Hoy no se concibe ningún tratamiento sin el conocimiento previo de la piel sobre la que se va a aplicar. Así, la experiencia de la esteticista, con la observación directa de la piel, así como un simple interrogatorio sobre las particularidades a la propia interesada, son elementos clave para atinar con el diagnóstico correcto.
Disponemos de equipos de análisis que nos proporcionan mucha más información sobre el tipo de piel sobre el que queremos trabajar y las claves para unos resultados óptimos.
También nos permite diversificar los tratamientos en función de la época del año en la que nos encontremos, pues las necesidades de la piel no son las mismas en verano que en invierno.